9/1/10

7. Documentar la España Negra

Archivo Jean Laurent - Toledo (hacia 1870)



Sobre la Fotografía y su realidad
La fotografía entró en el mundo de la imagen como un soporte para las Bellas Artes. La fascinación que este nuevo medio produjo allá por 1839 está íntimamente ligada al índice de realismo, el cual se antojaba -a pesar de la ausencia de color en beneficio del blanco y negro- total, perfecto, igual al objeto mismo del que se había obtenido la reproducción. Al tratarse de una imagen obtenida a través de un proceso mecánico, es decir, un método en el que la "mano" o el estilo del artista -supuestamente- quedaba totalmente anulado, se consideró un método objetivo, exento de la opinión o percepción personal de quien la manipulaba. Cualquiera podía obtener fotografías haciéndose con un equipo y aprendiendo su técnica en poco tiempo -nada comparado con la "tortura didáctica" de las academias de Bellas Artes- y cualquiera podía acceder a ser retratado o a comprar imágenes de cualquier género. Parafraseando a Walter Benajmin, "las imágenes en la era de la reproductibilidad mecánica" abrían las puertas del mundo a través de la democratización del arte.


Sin embargo, si observamos la fotografía de más arriba, nada menos alejado de la realidad que la objetividad de la fotografía. Todos los personajes parecen afanarse en recoger con naturalidad agua de la fuente. Pero "en realidad" todos están posando, actuando, fingiendo, como en la vida "real" aunque sólo fuera porque el tiempo de pose de aquella época, en un día no excesivamente soleado podía llegar a los 20 minutos. Por eso, puede ser la realidad misma... tanto como puede ser manipulada. En igual medida, tan real como irreal. Igual que cualquier otra forma de arte, ficción pura. Eso sí, con una total apariencia de realidad. De ahí que podamos considerar algunas, muchas, imágenes como documentos. De ahí que esos mismos documentos puedan entrar en el mundo del arte a través de una relectura o interpretación diferente. Lo que parecía un corsé -la objetividad- se revela, nunca mejor dicho, como apariencia, y de ahí a la ficción -o subjetividad- no hay distancia ninguna. Los dos opuestos están incluidos en la misma esencia de la Fotografía a través de imágenes a priori neutras. Se trata de un principio fundamental de la filosofía oriental -que tanto ha influenciado nuestro arte contemporáneo- y, ya en occidente, uno de los pilares de la posmodernidad.


Por eso, si elegimos uno de los más extensos archivos fotográficos del siglo XIX, el compilado por el francés afincado en Madrid, Jean Laurent, asistimos a la representación de una visión de la identidad española que corresponde -a través de su mano y las de sus colaboradores- a la idea que, en la segunda mitad del siglo XIX, mejor reflejaba el sentimiento generalizado sobre España y los españoles, tanto dentro como fuera de la península.


Creado como fondo para ser vendido al detalle y salpicado de encargos públicos de los gobiernos de Isabel II -como el ya famoso trabajo sobre las Obras Públicas de España presentado en la Exposición Universal de París de 1867- el archivo se compone de imágenes de paisajes, monumentos y retratos de tipos populares, artistas y aristócratas. En los primeros se intenta, tímidamente, introducir la idea de modernidad a través del ferrocarril, las presas, los puentes o los puertos, por citar sólo algunos entre muchos. En los segundos es el patrimonio más exótico y espectacular el que se refleja, desde el arte islámico o el gótico hasta las arquitecturas efímeras conmemorativas del poder monárquico, tan propias del siglo XIX. Por último, entre los terceros abundan los faranduleros, sobre todo toreros, y su relación con una cierta nobleza así como personajes de la España más profunda, la de los oficios ambulantes, la de los habitantes sin recursos, esos que, de alguna manera también, completan la visión exótica de un país extrañamente europeo. Juntando las imágenes de "Laurent y Cía." con las de sus cotáneos se obtiene una definición de "lo español" un tanto desoladora, folclórica y paradójica, que según las lecturas nos puede resultar objetiva y, a la vez, tremendamente subjetiva, ahondando en la propia definición de la Fotografía y, cómo no, en la de la contradictoria España Negra que nos ocupa.




Fotografías del Archivo Jean Laurent

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